01 octubre 2007

El Abismo Negro!! (Primera Parte)

Después de una intensa semana donde no he podido escribir por causas ajenas a mi persona, aquí estoy... una vez más.

En fin... Hoy deseo compartir un relato bastante interesante. En primer lugar por la temática de su contenido (qué hay allá fuera, en el extra-radio de nuestro planeta azul? Puede exitir la vida en lo más profundo de ese supuesto "mar negro" que nos acompaña?) y, en segundo, por su autor. Sin duda alguna te sorprenderá saber que ha sido escrito por Walt Disney (quien a su vez, aprovecharía para realizar un film de la historia). Recordar también que Stephen King tiene un libro semejante y, al igual que su predecesor, una película.

Quien más quien menos ha oido hablar del "Abismo Negro". Y si no es tu caso, te invito a que leas un buen relato de ficción. Es de lectura rápida y amena. Merece la pena.

Por cierto, como su extensión en bastante amplia, mejor lo pongo por partes. Que disfrutes con su lectura!


EL ABISMO NEGRO - PRIMERA PARTE

El pequeño robot alargó uno de sus múltiples brazos para pulsar uno de los interruptores del control de mandos. Aquella era una operación de rutina, repetida miles de veces a lo largo de los dieciocho meses que la nave exploradora del espacio profundo «Palomino» llevaba deambulando por los límites de la galaxia, en la misión de encontrar indicios de vida en cualquiera de los millones de planetas desperdigados en el espacio.

Aquella operación, sin embargo, puso en funcionamiento todo el complicadísimo sistema de alarma del robot. Aún sabiendo que no había posibilidad de poder equivocarse volvió a hacer la comprobación, antes de decidirse a llamar.

-Comandante Holland, tenga la bondad de acudir a la sala de control -dijo con su característica voz de tono ligeramente metálico-. Hay algo que creo tendría que ver. Lo he puesto en el visor central.

Fue Charles Pizer, el primer oficial, el primero en acudir a la llamada. Era un hombre joven, de cabello negro y ensortijado, y con un agradable aspecto. Pese a su juventud era un experto piloto curtido en las más peligrosas misiones, por cuya causa había sido seleccionado para formar parte de la tripulación de "Palomino".

-¿Que ocurre, Vincent? -preguntó al pequeño robot con forma de barril, que estaba ajustando la pantalla holográfica-. ¿Algo serio?

-Algo interesante, fascinante más bien.

Vincent se hizo a un lado, dejando que el primer oficial pudiera examinar la pantalla.

Lo que Pizer vio le hizo soltar una exclamación que pudo ser escuchada en toda la nave, a través del sistema de intercomunicación.

-¿Qué pasa, Charly? --preguntó la doctora Mac Crae, entrando en la sala a través del túnel gravitatorio que cornunicaba con el plano inferior.

Tras ella llegaron apresuradamente el comandante Holland, Alex Durant y Harry Booth, el único ocupante de la nave que no formaba parte de la tripulación.

Los ojos de Alex Durant se clavaron en una de las pantallas laterales que mostraba estrellas y otros fenómenos estelares no, según su emisión, de luz visible, sino en una esquemática de ondas de gravedad. Una oscura mancha oval, rodeada de líneas cada vez más estrechamente agrupadas, giraba lentamente sobre sí misma. El científico adivinó inmediatamente de qué se trataba.

-¡Un abismo negro! - exclamó.

-Sí, señor. Es el abismo negro más potente que haya encontrado nunca -respondió Vincent-. Mis bancos de datos no tienen memoria de nada más fuerte.

La intensidad de la fuerza gravitacional en el centro de la oscura forma elíptica podía ser medida por las líneas de la pantalla. Una estrella "G 2” flotaba cerca en el espacio y su sustancia iba siendo absorbida por la terrible fuerza de atracción de la monstruosa espiral.

-Es terrorífico... y maravilloso -exclamó la doctora Mac Crae sin poder apartar los ojos de la fantástica escena que podía verse en la proyección heliográfica-. La fuerza más impresionante de todo el universo. Hay científicos que aseguran que los abismos negros acabarán por tragarse a todas las galaxias.

- Es como sacado del “Infierno" de Dante. Hay quien asegura que el infierno es hermoso, a mí no me lo parece -dijo Harry Booth -. Es más, esta escena me parece terriblemente repulsiva... y me da miedo. Preferiría estar a miles de millas de aquí.

Durant dejo escapar un gruñido de protesta. Sus ojos de científico estaban centrados en la terrible y a la vez hermosa espiral que continuaba tragándose cuanto entraba en su campo de atracción.

-Hay algo más que me gustaría que vieran -dijo Vìncent, mientras ampliaba la proyección.

La imagen del abismo negro dejó paso a una pequeña masa inmóvil situada muy a la izquierda de la zona de más intensa gravedad.

-¿Un asteroide? -preguntó Pizer-. No veo que tenga nada de particular, Vincent. Hay cientos de ellos que están siendo absorbidos por ese inmenso sumidero.

-No lo creo, señor, y si es un asteroide, no responde a ninguna de las leyes físicas conocidas. Lo he estado observando desde que detecté el abismo negro y no se ha movido, ni en relación con el pozo de gravedad ni tampoco con la estrella, es muy raro.

Su estabilidad parece indicar que hay a su alrededor una zona de intensa fuerza anti-gravitacional que desafía todas las leyes. Además, observen que tiene una forma asombrosamente regular.

-¿Una nave? -preguntó Harry Booth, el periodista.

-Eso es lo que se me ocurre, señor.

-¡Amplía la imagen, Vincent! -pidió Holland, visiblemente emocionado.

La silueta de la pequeña masa inmóvil llenó ahora toda la pantalla holográfica, dejando a todos sin habla.

-¡Una nave espacial! -exclamó Booth-. ¡Y debe ser enorme! ¿Serán extraterrestres?

-Los extraterrestres son un mito -dijo Durant, con mayor dureza de la que hubiera querido imprimir a sus palabras-. Son historias que se utilizan para tomarnos el pelo. Este viaje lo ha demostrado de sobra.

-Superpone las formas de las naves terrestres desaparecidas hasta la fecha, Vincent -pidió Kate.

Un brazo de metal se extendió desde el cuerpo del robot hasta ajustarse en un receptáculo al lado de la pantalla. De inmediato, una serie de líneas luminosas, correspondientes a las siluetas de diversas naves, fueron acoplándose a la forma inmóvil de la nave misteriosa, hasta que, finalmente, una de ellas se adaptó perfectarnente al contorno.

-Sonda de espacio profundo número uno -dijo Vincent metódicamente-. Masa y forma se correlaciona perfectamente.

-De acuerdo, Vincent -dijo Holland-. Busca la historia de esta nave y prográmala en la pantalla.

-No es necesario -interrumpió Kate, que se había puesto intensamente pálida-. Es la nave del espacio profundo “Cygnus".

-¡Naturalmente! -exclamó Booth-. Es la nave que se construyó bajo las órdenes del profesor Reinhardt. Ahora recuerdo perfectamente la historia... Fue la nave más cara que se haya construido jamás en la Tierra. Por cierto, ¿no viajaba en ella su padre, doctora Mac Crae?

-Sí. Desapareció hace veinte años, con toda su tripulación. Dan, ¿tú crees que...?

Dejó la frase sin concluir, aunque el comandante captó toda la angustia de la pregunta.

-Charly, intenta comunicar con la “Cygnus" por los medios convencionales. Veamos si obtenemos respuesta.

-Va a ser endiabladamente difícil, con todo ese fondo de energía que tenemos ahí detrás.

-Activa los sensores de largo alcance; es posible que tengan algún tipo de emisión programada..., aunque no quede nadie a bordo para emitir un mensaje.

Un fuerte crepitar fue lo único que pudieron captar a través del audio. La emisión de energía del abismo negro era demasiado intensa, ahogando todo lo demás. Tanto Durant como el periodista observaban disimuladamente a Mac Crae, aunque por razones bien distintas. El primero trataba de averiguar las emociones de la doctora ante la posibilidad de encontrar a su padre perdido en la misión más costosa y fantástica que se hubiera intentado nunca. La «Cygnus» había sido duramente criticada por todos los economistas de la Tierra, aunque era el sueño dorado de cualquier científico espacial. Para Booth aquello era la posibilidad de una nueva historia para sus lectores. En estos momentos trataba de reconstruir en su memoria los hechos, tal y como sucedieron, durante la construcción y partida de la «Cygnus». Imaginaba la reacción de Hans Reinhardt, cerebro y jefe de la expedición, cuando recibiera la orden de regresar a la Tierra, tras considerar que la misión había sido un fracaso. Nunca más se había vuelto a saber de la super-nave a partir de ese instante.

-¿Conociste personalmente a Hans Reinhardt, Harry? -preguntó Durant, sinceramente interesado.

-Decir que choqué con él sería una respuesta más exacta. Una cosa es verdad... era un genio en el campo de la ciencia. "El primero entre los primeros”, como decían entonces.

-Reinhardt era una leyenda, aún antes de hacerse cargo de la dirección y supervisión de la "Cygnus" -añadió Kate, interviniendo en la conversación, aunque estaba pendiente de la posible respuesta del audio-. Mi padre sentía una profunda admiración por él. Yo entonces era muy pequeña, pero recuerdo perfectamente el profundo respeto con que hablaba de él y de sus conocimientos científicos. En varias ocasiones le oí describirlo como un genio.

-¡No hay nada que hacer! -interrumpió Pizer-. O no contestan desde la "Cygnus" o las interferencias del abismo nos impiden oír cualquier tipo de respuesta. ¿Qué hacemos, Dan? En mi opinión, podríamos acercarnos para examinarla más de cerca.

-La imprudencia es la característica de la juventud -regañó Vincent.

-¡Cállate, lata de sardinas! -respondió Pizer, haciendo un cómico gesto de pelea.

-Pizer tiene razón -exclamó el reportero, verdaderamente excitado-, No tiene sentido encontrar a la "Cygnus” y no hacer nada por intentar averiguar qué ocurrió. Mire capitán, tengo más miedo que cualquiera de ustedes a ese inmenso abismo negro que hay ahí delante, pero iría hasta el mismísimo infierno por poder contar una historia así a mis lectores.

-Si nos atrapa ese campo de gravedad, Harry, no habrá historia alguna que contar. Tan sólo seremos una minúscula masa de materia superdensa.

-Y, sin embargo, yo opino que no debe ser tan grande el riesgo -interrumpió Alex Durant-. Fíjate en esa nave... No hay duda de que algo desconocido la está protegiendo. Hay una masa antigravedad, no cabe duda, que impide que se precipite en el abismo, pero debe haber algo más, algo que hace que no le llegue la radiación de rayos gamma procedente de ahí dentro, de lo contrario, ya debería haberse cocido.

-¡Está bien! -admitió Holland, de mala gana-. Vamos a acercarnos, pero, os lo advierto, al primer síntoma de peligro saldremos de ahí con toda la potencia de nuestros motores. ¡Todo el mundo a sus puestos!

Los dedos de Pizer bailaron sobre el tablero de control y la "Palomino" empezó a desplazarse silenciosamente hacia el abismo amenazador. Pasaron unos minutos antes de que la terrible fuerza de atracción empezara a dejarse sentir, agitando la nave como pedazos de hielo dentro de una coctelera.

-¡Gravitación dos-coma-cuatro-siete y subiendo! -leyó Pizer-. No comprendo cómo la "Cygnus" permanece inmóvil...

Los movimientos convulsivos de la "Palomino" fueron haciéndose cada vez más acusados según iban acercándose a los bordes del sumidero. Jamás nave alguna había soportado presiones semejantes y la tripulación se preguntaba cuánto tiempo aún podrían aguantar.

De pronto, sin justificación alguna, la presión cedió hasta el punto cero.

-¿Qué ha ocurrido? -preguntó Booth.

-No lo sé -respondió Holland. Debemos estar bajo la misma capa neutra de gravedad que protege a “Cygnus”. Vamos a dar una vuelta a su alrededor. Tú, Charly, continúa tratando de comunicarte por radio con esa nave; si no obtenemos respuesta, vamos a salir de aquí a toda prisa.

La "Palomino" se deslizó de abajo a arriba de la "Cygnus". Al verla tan cerca es cuando se dieron cuenta de las verdaderas dimensiones de la nave. Jamás en la Tierra se había construido nada semejante-, Y posiblemente nunca se volvería a hacer. A su lado, la nave "Palomino" no era mayor que una nuez comparada con una gigantesca calabaza. Holland sintió, un escalofrío. Cualquier piloto hubiera dado un brazo a cambio de poder manejar una nave como ésa.

Nuevamente la fuerza gravitacional apareció. Surgió de golpe, haciendo que la "Palomino” se encabritara en el espacio, atraída por el abismo negro.

-¡Motores a toda potencia! -gritó Holland.

Una luz de alerta empezó a encenderse y a apagarse a la izquierda del cuadro.

-Ruptura de aire en medio de la nave -habló el robot con calma. Perdemos presión en las baterías... Fallo en el sistema de regeneración...

Hasta ellos llegó claramente el lejano estampido de unas explosiones.

-¡Kate, Booth! -pidió Holland-. Id hacia allá a ver qué podéis hacer. Nosotros trataremos de salir como podamos de este infierno. Charlie, dame la máxima explosión en los motores de balance cuando cuente hasta cero. ¿Listo?

-Cuando quieras -respondió, Pizer con voz tensa.

-¡Cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero!

La "Palomino" dejó de caer, al menos tan violentamente, haciendo saltar a Durant, Booth y Mac Crae a causa de la violenta sacudida. Sometidas a una presión superior a lo proyectado, las conducciones de aire comenzaron a silbar ruidosamente.

Vincent hacía lo que podía por reparar las averías, aunque de inmediato comprendió que eran demasiado graves para una rápida solución. Para agravar la situación, una de las compuertas de emergencia no pudo soportar la presión Y saltó, haciendo que toda la nave se agitara.

-Fractura en el casco, capitán -comunicó Vincent.

-¿Grave?

-No por el momento. La cubierta de la compuerta número cuatro se ha desprendido y la sección ha sido sellada. -¿Qué hay en ese compartimiento?

-Suministros varios, señor. Algunos de ellos no regenerables, como los medicamentos.

-¡No podemos arriesgarnos a perderlos! -exclamó Holland, ahogando una maldición-. Sólo nos faltaría eso… poder salir de ésta y morir en el viaje de regreso por no poder combatir una infección sin importancia.

-Opino como usted, señor. Si me lo permite, voy a salir al exterior para hacer las reparaciones.

-No es que me guste mucho, pero… permiso concedido. Haz lo que puedas, Vincent.

El robot se dirigió hacia la parte trasera de la nave a través de los corredores.

-¡Vincent! -Llamó Pizer.

-¿Sí, señor?

-Ten mucho cuidado, viejo montón de chatarra. No me gustaría tener que hacer la vuelta sin ti.

-Lo tendré -respondió Vincent, con un tono muy parecido al de la emoción.

-Al fin y al cabo -bromeó Charlie-, ¿con quién iba a poder pelear?

-Descuide, señor. Me tendrá de vuelta, aunque sólo sea para que pueda seguir cuidando de usted.

Pizer observó al robot alejándose, mientras se preguntaba dónde empezaba la parte humana del robot y dónde la máquina. Para él, Vincent era mucho más humano que otra cosa, aun sabiendo que había sido construido en un laboratorio con metal especial y complicadísimos componentes electrónicos.

Continuará...

Khaya

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